PROYECTOS LOCALIZADOS

Bali, Indonesia

Bali (Islas Gili), indonesia

Desde los años 1970, Bali, fichado por la UNESCO y vendida como la Isla de los 10.000 templos, es el único sitio turístico masivo de Indonesia.

Conocido por sus aguas turquesas repletas de peces, por el buceo y el surf, pero también por sus paisajes naturales como por sus santuarios hermosos, invitando a relajar y a meditar en tranquilidad, Bali sigue siendo victima del turismo de masa.

Esta sobremercantilización no solamente pone Bali en peligro serio, pero también a las islas vecinas, que tienen la suerte (o la desgracia) de ser situadas a proximidad de Bali.

Hordas de turistas, buscando principalmente sol y plaza, llegan a las tres islas Gili, pero especialmente en Trawangan, la más grande de ellas, donde proliferan puestos callejeros vendiendo hongos mágicos (setas) que producen efectos alucinógenos ideales para las fiestas rave de la noche, las que atraen todo un zoo humano incluyendo borrachos y drogadictas.

Muchos son los turistas que se quedan perplejos ante la basura generada por esta forma de turismo. Las playas están cubiertas de arrecifes muertos. Las plazas están dominadas por macro hoteles.

Mientras los dueños de las escuelas de buceo, grupos de ecologistas y la administración indonesia tratan de recuperar los daños hechos en la fauna subacuática y en el medioambiente, sigue la construcción de nuevos hoteles, aún si las autoridades han puesto unos límites: 150 metros del mar y 15 kilómetros de santuarios.

Y todavía quedan por mencionar los efectos que aceleran la pérdida de identidad cultural, como por ejemplo el de la globalización: Bali tiene ya su Hard Rock Hotel como sucursales de muchas otras franquicias internacionales.

Una vez puesta en marcha la industria del turismo de masa resulta casi imposible dar marcha atrás. El éxodo rural cada vez es más pronunciado, debido a la oferta creciente de nuevos puestos de trabajo vinculados al turismo, que también trae consigo un temor a que cualquier tipo de crisis pueda afectar el flujo de los turistas.

Además del gobierno, que en parte se ve impotente frente a la destrucción continua, crece más y más el número de los jóvenes que se unen en movimientos de resistencia contra la degradación de su país, aunque ya han perdido parte de su integridad sociocultural sino socioeconómica.

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