En la Riviera Maya, al sur de Cancún, frente a la isla de Cozumel, un polo turístico está creciendo vertiginosamente. Tulum cuenta con con bellas playas, naturaleza virgen y los vestigios de una importante ciudad maya así como su proximidad al aeropuerto internacional de Cancún. Este fuerte crecimiento ha generado conflictos entre aquellos que promueven el crecimiento turístico y aquéllos preocupados por la presión sobre el rico patrimonio cultural y natural.

Vista aérea de la zona

Crecimiento precipitado y desordenado

En los años 60 se consideró crear en Tulum un puerto orientado a cruceros. Sin embargo, durante décadas se mantuvo un turismo a pequeña escala orientado al turista alternativo y basado en el atractivo medioambiental.

No obstante, a partir de los años 90 se dio una vertiginosa expansión de zonas hoteleras, segundas viviendas y áreas urbanas junto con un proceso de  apropiación privatización de los espacios públicos y las reservas naturales para ponerlas al servicio del desarrollo turístico cortoplacista. Esto ha llevado a crecimiento caótico y descontrolado que a pesar de la retórica verde, no ha sido planificado de forma sostenible sino que sigue los pasos de Cancún.

En el año 1990 Tulum tenía de sólo 2.000 habitantes. En 2008 ya había 24.000, en 2012 39.000. Es decir, un crecimieto promedio del 15,2% lo que hace esperar unas 120.000 para 2020. A este ritmo se habrá multiplicado la población 60 veces en sólo 30 años.

Este intenso crecimiento no ha sido acompañado de la infraestructura necesaria para su adecuada gestión. Por ejemplo, se ha denunciado que la pobre gestión de los residuos generados por los turistas van a un vertedero que llega a recibir «más de 200 toneladas de basura al día» en temporada alta.

«Es tiempo de invertir y vivir en Tulum»

Conflictos

Cuando la industria del turismo masivo comenzó a presionar para extenderse dentro de este territorio surgieron dos conflictos paralelos que sin embargo comparten las mismas partes enfrentadas:Por un lado, están los grupos ecologistas, ONGs, instituciones federales y ciudadanos locales y por el otro están los políticos locales, propietarios, grandes corporaciones internacionales e inversores privados como Bill Clinton y Donald Trump.

El primer conflicto consiste en una completa disputa jurídica por la propiedad de la tierra entre los supuestos propietarios legítimos y los que demandan el reconocimiento como territorio expropiado para ser destinado al Parque Nacional y la zona arqueológica de Tulum-Tankah.

El segundo nace de la discusión por la legalidad urbanística. Por un lado están las autoridades locales que aprobaron una actualización irregular del Plan Director de Desarrollo Urbano (PDDU) de 2008 que proponía la construcción de 60 000 cuartos de hotel y una ciudad de 940 000 habitantes en un plazo de 25 años. Por otro lado, las autoridades federales (SEMARNAT) exigían que la planificación urbana se ajustase al marco de la legalidad y no invadiese las competencias federales. Hubo varios golpes por ambas partes, entre los que destacan, el de la Procuraduría Federal de Proteccion al Ambiente que llegó a mandar al ejército a clausurar 15 hoteles que no cumplían con la legalidad.En mayo de 2011 la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) revocó  por unanimidad el programa de desarrollo urbano de Tulum 2006-2030, por invadir competencias del estado central en la gestión y protección del área protegida y de la zona arqueológica.

La tensión entre el desarrollismo a corto plazo y quienes prefieren un crecimiento más moderado y ajustado a las exigencias medioambientales que el lugar requiere sigue vigente.

Zonificación de Tulum (clic para ampliar)