PROYECTOS LOCALIZADOS

ZOOS HUMANOS: Mujeres de cuello jirafa

Chiang Mai, Mueang Chiang Mai District, Provincia de Chiang Mai, Tailandia

Las «mujeres de cuello jirafa» (o ‘padaung’) forman parte del grupo étnico kayan, karen o karenni, una de las minorías étnicas tibeto-birmanas de Birmania que se compone aproximadamente de 7.000 miembros. Los kayan provienen originalmente del desierto de Gobi (Mongolia), hace aproximadamente 2.000 años se asentaron en la antigua Myanmar. Posteriormente fueron desplazadas hacia el norte de Myanmar por el gobierno, que nunca reconoció su identidad como etnia. Y después emigraron a Tailandia como refugiados debido a problema políticos con el gobierno, guerrillas, y la represión sufrida a manos de las autoridades birmanas. Al principio se asentaron en el área de Mae Hong Son, pero después también en Chiang Mai.

Esta etnia es conocida por los anillos de latón que las mujeres llevan alrededor de sus cuellos. A los cinco años comienzan a ponerles anillos al cuello, el peso de los mismos les empuja la clavícula hacia abajo, comprimiendo la caja torácica, y eso crea el efecto óptico de cuello más largo; pero en realidad la longitud no varia sino que la parte alta de la espalda se oprime. Hay distintas teorías sobre esta tradición: por un lado que los anillos eran para protegerse de ataques de tigres (lo que no se explica ya que sólo las mujeres los llevan) y por otro, que los anillos afeaban a las mujeres y así se evitaba que fueran esclavizadas por otras tribus. Pero ninguna de estas teorías está confirmada.

Sea cual sea su origen, no cabe duda de que es algo muy vistoso o atractivo para los turistas, que es precisamente donde reside parte del problema. Las tribus que habitan en Chiang Mai y Mae Hong Son son un gran atractivo para el turismo tailandés, algo que el gobierno sabe muy bien. Lamentablemente, las padaung se han convertido prisioneras del turismo y de su propia tradición: casi 10.000 turistas las visitan al año.
Estas tribus residen en recintos de los que no pueden salir, ni tienen permiso para tener otros trabajos fuera de allí o cultivar otras tierras. Además, al ser refugiados birmanos no poseen el carnet de identidad tailandés, y el gobierno dice que les concederá documentos de identidad aunque no parece hacer más que retrasarlo. Cada turista paga cinco euros por la entradas al supuesto «poblado», pero los ingresos que ellos reciben no son más que lo que obtienen de los souvenirs que fabrican (coo telas, pequeñas figuras, etc). Tampoco pueden continuar con sus estudios debido a la falta de documentos de identidad.

En el caso de los niños y los adultos hombres, son situados en la periferia del nucleo familar y económico. Al no llevar el atractivo dispositivo en el cuello, figuran solo como actores pasivos y permanecen alejados del foco de las cámaras fotográficas de los turistas y de la industria. Los Kayan también viven y trabajan en enclaves turísticos de las vecinas Chiang Mai y Mae Sai. De todos modos, la situación que se da en Bann Mai Nai Soi es sustancialmente diferente a la de estas poblaciones, ya que en estos últimos casos los Kayan no provienen de zonas de conflicto bélico sino como emigrantes laborales.

A pesar de estas condiciones de vida, los tour operadores europeos venden la atracción como uno de los platos fuertes de Tailandia, y la mayoría de los turistas, desinformados, contribuyen esta actividad que organizaciones como ACNUR han calificado de zoo humano y promueven su boicot.

Los malos tratos que reciben los Kayan en Mae Hong Son y la violación continua de una serie de derechos humanos fundamentales se apoyan en la vulnerabilidad que sufren como refugiados de guerra. Así, se han convertido en una mercancia más de la industria turística tailandesa

Según Tourim Concern, las prácticas vejatorias a las que estań sijetas las mujeres Kayan e Mae Hong Son contravienen al menos 14 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

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